"RED MUNDIAL PERIODISTAS CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO Y LA CORRUPCION"
EDITORIAL
MOHAMAD TOROKMAN / REUTERS
01/11/2016 03:02
Sostiene un viejo aforismo en la profesión periodística que la primera víctima de una guerra es la verdad. Deahí que la labor de los periodistas, sea o no en mitad de una zona de conflicto, tenga un valor insustituible para la opinión pública. Sin embargo, los profesionales de la información cada vez disponen de una protección menor, al ser víctimas de secuestros, torturas, desapariciones, tiroteos y encarcelaciones. Así lo ha vuelto a denunciar un año más la ONU con motivo del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, que se celebra mañana.
Desde 2006 hasta la actualidad, cerca de 800 periodistasperdieron la vida de forma violenta en todo el mundo.
Según Naciones Unidas, los crímenes que provocaron estas víctimas se han saldado con una condena para los culpables en solo el 7% de los casos, lo que quieredecir que la mayoría de los crímenes quedan sin esclarecer.
El Índice Global de Impunidad, elaborado por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) lo encabeza Somalia que, pese a contar con apenas 11 millones de habitantes, haregistrado 24 asesinatos no resueltos de periodistas duranteel último año. Le siguen en esta macabra lista Irak, con 71 casos no resueltos; y Siria, con 17; además de otras naciones que no están en guerra, como México o Brasil. A ello se suma la certeza de que los funcionarios gubernamentales son algunos de los principales sospechosos del asesinato de periodistas en Estados como Rusia o India; así como la represión
feroz en países como Turquía, cuyo ejecutivo ordenó ayer detener al director del diario de oposición Cumhuriyet. Desde el fallido golpede Estado del 15 de julio, el Gobierno turco ha ejecutado el cierre de 170 medios y la detención de 105 periodistas.
El Día Mundial Contra la Impunidad de los Crímenes Contra Periodistas fue creado por la ONU en 2013 a raíz del asesinato en Malí, precisamente el 2 de noviembre de ese año, de los reporteros de Radio France Internationale Ghislaine Dupont y Claude Verlon. En el caso de España, el caso paradigmático es el de José Couso, operador de cámara muerto en Irak por el impacto de un proyectil estadounidense contra el hotel en el que se alojaba en Bagdad. Ya en marzo de 2014, la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que afectaba a la Justicia Universal, obligó al juez de la Audiencia Nacional instructor del proceso, Santiago Pedraz, a archivar el caso. Y, además, el Tribunal Supremo acordó recientemente el sobreseimiento de la causa tras rechazar los recursos interpuestos por la familia de Couso.
En lo que va de año, 50 periodistas han sido asesinados. La directora
general de la Unesco, Irina Bokova, exigió que los Estados y las organizaciones implicadas ejecuten el plan trazado por Naciones Unidas
para reforzar la seguridad de la prensa en áreas de conflicto. Ello pasa de manera indefectible por un cumplimiento estricto del Convenio de Ginebra y sus protocolos adicionales, y también por la creación de la figura de un enviado especial de la ONU para la protección de los periodistas, una reclamación formulada insistentemente por Reporteros sin Fronteras.
La preservación del ejercicio del periodismo en condiciones óptimas de seguridad es una exigencia insoslayable para amparar la libertad de prensa.
En consecuencia, ni la ONU ni los diferentes Estados deben escatimar esfuerzos a la hora de hacer cumplir un marco normativo que convierta el desempeño del periodismo no en un gesto heroico, sino en una actividad en la que los profesionales eviten el riesgo lo máximo posible. Y, sobre todo, resulta inadmisible que tantos gobiernos sigan mirando para otro lado a la hora de llevar ante la Justicia a losresponsables de las atrocidades de las que son víctimas los periodistas.
En consecuencia, ni la ONU ni los diferentes Estados deben escatimar esfuerzos a la hora de hacer cumplir un marco normativo que convierta el desempeño del periodismo no en un gesto heroico, sino en una actividad en la que los profesionales eviten el riesgo lo máximo posible. Y, sobre todo, resulta inadmisible que tantos gobiernos sigan mirando para otro lado a la hora de llevar ante la Justicia a losresponsables de las atrocidades de las que son víctimas los periodistas.
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