Adolfo Leonardo Zanger adolfoz@uolsinectis.com.ar
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Fecha: 02-abr-2007
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Hora: 13:54
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"Estás entregado", le dijo el hombre de aspecto prolijo mientras le apuntaba con un arma a la cabeza.
Carlos Russo, el periodista del diario Perfil que descubrió el caso Skanska que puso contra las cuerdas al poderoso ministro de Planificación Julio de Vido, no podía creer lo que veían sus ojos.
Los tres hombres ingresaron al domicilio de Russo el martes por la tarde –apenas unas pocas horas después que otro hombre de prensa, Antonio Laje, también fuera abordado por hombres armados-, aprovechando que su mujer ingresaba al edificio.
Este gravísimo caso por sus características dista de ser un robo común y a esta altura sería una ingenuidad suicida no vincular los ataques que están sufriendo los medios y periodistas que mantienen cierta independencia.
Este sitio fue hackeado y los mails de su director Ignacio Fidanza fueron borrados, así como se desprogramó su celular.
Laje recibió el ataque justo cuando regresaba a la televisión abierta.
Russo descubrió el caso Skanka, primer episodio de nítida corrupción al mejor estilo menemista.
Russo se sorprendió enormemente cuando los asaltantes se llevaron su cuaderno de anotaciones sobre el caso Skanska, de ningún valor para un supuesto delincuente común.
Además sólo robaron sus celulares y su agenda electrónica.
Permitieron que la mujer del periodista conservara su celular.
Todo indica que sabían muy bien lo que buscaban.
También se robaron sólo la ropa de Russo y su auto.
De la casa apenas se llevaron un DVD, ni los televisores, ni el equipo de música, y no se preocuparon demasiado por el poco efectivo que Russo y su mujer tenían encima.
Los asaltantes tenían un poco más de 20 años, hablaban correctamente y con absoluta tranquilidad y no parecían haber consumido ningún tipo de droga o alcohol.
Muy similares al perfil de "delincuentes" que asaltaron a Laje.
Uno se quedó en el dormitorio, el otro entraba y salía y el tercero recorrió toda la casa. Casi como un comando entrenado.
A esta altura y ante las ya desembozadas tendencias cesaristas del gobierno, que se expresan por ejemplo en su brutal embestida contra la Cámara de Casación, queda muy claro que la política de ahogo económico a los medios independientes parece estar mutando al ataque directo sobre aquellos que más lastiman con su trabajo, la realidad virtual que el Gobierno aspira a sostener, al menos hasta las próximas elecciones.
